La política exterior francesa durante el período de Entreguerras

Francia fue una pieza clave en las relaciones internacionales del período de entreguerras; sus contradicciones se reflejaron continuamente en la agitada historia diplomática.

Aristide_Briand (Nantes, 28 de marzo de 1862 - París, 7 de marzo de 1932). Ministro francés, Premio Nobel de la Paz (1926)

«La política exterior francesa se basó, desde el período 1870-1890, en evitar el aislamiento y en ir formando alianzas contra Alemania. Estas alianzas demostraron ser poco estables después de la guerra. Los aliados occidentales de Francia no deseaban implicarse más en los asuntos europeos, ahora que Alemania había sido ya derrotada; y por este motivo los Estados Unidos se retiraron de la Sociedad de Naciones, aislándose voluntariamente, y Gran Bretaña se negó a ratificar el Protocolo de Ginebra y denunció oficialmente la ocupación francesa del Ruhr (1923). Durante la década de 1930, el gobierno británico puso en marcha las bases de un progresivo apaciguamiento, política que Francia no tuvo más remedio que seguir. Cuando Hitler llegó al poder, fue desvirtuando una tras otra todas las cláusulas del Tratado de Versalles que se referían a la seguridad de Francia y de Bélgica y pronto se hizo evidente que ni Baldwin ni Chamberlain estaban dispuestos a correr el riesgo de otra guerra para ayudar a Francia a mantenerlas. En consecuencia, Alemania procedió a rearmarse en 1935, ocupó de nuevo la Renania en 1936 e inició su expansionismo territorial a partir de 1938. Las alianzas francesas en la Europa oriental, tampoco sirvieron de gran cosa. la Revolución bolchevique y la denuncia de toda la deuda con Francia por parte de Lenin, forzaron al gobierno francés a prescindir de la otrora inestimable alianza rusa. En su lugar, se buscaron alianzas con pequeños estados de la Europa oriental: Polonia (1921 y 1925), Checoslovaquia (1925) y Yugoslavia (1927). Pero esto era claramente insuficiente para suplir la alianza de una gran potencia, de modo que, durante los años 30, los gobiernos franceses tuvieron que hacer frente a un problema insoluble. Al mismo tiempo que eran puestos a la defensiva por una Alemania renovada, tenían que apoyar a sus nuevos aliados contra Hitler. Había una solución: reconciliarse con los rusos. Pero, paradójicamente, la alianza con Rusia debilitó aún más a los franceses, porque Stalin sospechaba que Francia quería aprovecharse de la Unión Soviética para contener a los alemanes en el Este sin proceder a compensación alguna en el Oeste. En este sentido, vio con alarma cómo Daladier (que era consciente de la vulnerabilidad de Francia ante un ataque alemán) se ponía de acuerdo con Chamberlain para abandonar Checoslovaquia en 1938. Plenamente convencido ya de que la alianza francesa no ofrecía nada a Rusia, respondió a la inseguridad francesa buscando un acuerdo con Alemania. Así que, en 1939, Francia había fracasado en su intento de robustecer su posición en la Europa oriental y despendía una vez más del apoyo que le pudiera prestar la Gran Bretaña.

Entonces, en el momento de mayor debilidad de Francia, ocurrió una revolución diplomática. Tanto Chamberlain como Daladier procedieron a revisar su política de apaciguamiento con la Alemania nazi y, en 1939, dieron a Polonia una garantía de protección. Esta política era honorable pero suicida, porque Alemania se hacía cada vez más fuerte en el Oeste y nada tenía que temer de la red francesa de alianzas en el Este, red que se había hundido mucho antes. Y, sobre todo, Francia carecía del elemento clave de la guerra anterior: su alianza con Rusia. Porque el apoyo ruso permitió a los franceses resistir en el Marne en 1914 y en cambio, su falta de apoyo iba a hacer imposible repetir esta hazaña en 1940.

Hay otra contradicción en la diplomacia francesa de los años 30. Aunque Alemania era considerada como el potencial enemigo principal y la mayor amenaza principal, el gobierno francés prestó mayor atención a Italia y a la situación en el Mediterráneo, porque se suponía que la zona del Rhin iba a ser una zona de frente estable y de situación estratégicamente defensiva. Y, sin embargo, el Rhin era el único punto en el que los franceses podían ejercer presión militar en defensa de Polonia. Parecía como si Francia hubiese recuperado un papel activo en la política internacional al mismo tiempo que había perdido los medios prácticos para lIevarlo a buen término. «

S. J. Lee. Aspects of European history. 1982.

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