
Industria madrileña. Taller principal de la fábrica plateria modelo de L. Espuñes. Ilustracion Española y Americana. 1885
“La condujo a la derecha a otro cobertizo, donde su patrón instalaba toda una fabricación mecánica. En el umbral vaciló, sobrecogida de un miedo instintivo. El inmenso local, sacudido por las máquinas, temblaba; y se veían flotar grandes sombras manchabas de fuego rojo. Pero él la tranquilizó, sonriente, jurando que no había nada que temer; únicamente debía tener cuidado de no acercar demasiado sus faldas a los engranajes. Echó a andar delante, y ella le siguió en medio de aquel estruendo ensordecedor en donde toda clase de ruidos silbaban y roncaban, envueltos en humaredas pobladas de seres fantásticos, de hombres negros, atareados y de máquinas agitando sus brazos. De tal modo que la planchadora no diferenciaba unas de otros. Los pasos eran estrechísimos y resultaba necesario saltar sobre los obstáculos, evitar los agujeros y apartarse para resguardarse de un carretón. No se oía hablar. Gervasia nada distinguía aún, todo danzaba a su alrededor. Después, como experimentara por encima de su cabeza la sensación de un gran batir de alas, levantó los ojos y se entretuvo en mirar las correas, las largas cintas que tendían en el techo una gigantesca tela de araña, cada uno de cuyos hilos se devanaba en un extremo, detrás de un pequeño muro de ladrillos; las correas parecían hilar por sí mismas y traer el movimiento desde el fondo de la sombra, con su resbalar continuo, regular, dulce como el vuelo de un ave nocturna”.
E. ZOLA, La taberna, 1877