Planes militares alemanes
«Hay que habituar al pueblo alemán a pensar que una guerra ofensiva por nuestra parte es una novedad para combatir las preocupaciones del adversario. Hay que llevar las cuestiones de tal manera que, bajo la penosa impresión de armamentos poderosos, de sacrificios considerables y de una situación política tensa, se considera como una liberación el desencadenamiento de una guerra, y hay que preparar ésta desde el punto de vista económico pero sin despertar la desconfianza de nuestros financieros.
Estos son los deberes que incumben a nuestro ejército, y que exigen un efectivo elevado. Si nos ataca el enemigo, o si queremos domarle, haremos como nuestros hermanos de hace una centuria: el águila provocada emprenderá el vuelo, apresará al enemigo con sus apretadas garras y lo volverá inofensivo. Recordaremos que las provincias del antiguo Imperio Alemán -el condado de Borgoña y buena parte de Lorena- están todavía en manos de los francos y que millares de hermanos alemanes de las provincias bálticas gimen bajo el yugo eslavo. Devolver a Alemania lo que antaño poseía es una cuestión nacional».
General Molke: Memorándum de 13 de marzo de 1913
La tensión en la prensa
«Francia no está aún preparada para el combate. Inglaterra se enfrenta con dificultades interiores y coloniales. Rusia rechaza la guerra, porque teme la revolución interior. ¿Vamos a esperar a que nuestros adversarios estén preparados o debemos aprovecharnos del momento favorable para provocar la decisión? Esta es la grave cuestión que hay que zanjar.
El ejército austriaco es aún fiel y útil. Italia está todavía firmemente ligada a la Triple Alianza e incluso si prefiere […] mantener la paz para restañar las heridas de la última guerra, sabe […] que si Alemania es derrotada, quedará sin remedio a merced de la violencia de Francia e Inglaterra y perderá su posición independiente en el Mediterráneo […] Podemos igualmente contar llegado el caso con Turquía y Rumania […] Podríamos tener la dirección de la política europea mediante una ofensiva resuelta, y podríamos asegurar nuestro porvenir.
Esto no quiere decir que debamos provocar la guerra; pero allá donde se manifieste un conflicto de intereses […] no debemos retroceder, si no solucionarlo mediante la guerra y comenzarla con una ofensiva resuelta, poco importa el pretexto, porque no se trata de ese conflicto, sino de nuestro porvenir, lo que está en juego.»
Extracto de un artículo aparecido en el diario alemán Die Post, 24 de febrero de 1914